CATALÀ

Cómo nos enfrentamos a los problemas (2)

La semana pasada vimos algunas fases de la resolución de problemas. Continuamos con las fases de decisión, energetización, acción, contacto, satisfacción y retirada.

Fase de toma de decisiones. Una vez hemos identificado nuestro problema y hemos visto las diferentes soluciones que puede haber, tendremos que tomar decisiones: la primera es si queremos ponerle solución. Y la segunda, qué solución elegimos. Para tomar decisiones, es necesario tener desarrollada la capacidad de decidir. Hay personas que, debido a su carácter, acostumbran a dejar que los demás decidan las cosas por ellos, o bien dejan que “el tiempo lo solucione”. Estas personas se quedarán paradas siempre en esta fase, sea cual sea el problema a solucionar: saben cual es el problema, saben cuales son las posibles salidas, pero esperan que alguien les diga qué han de hacer.

Toda persona adulta ha de tomar decisiones. A veces es difícil. Elegir una cosa, siempre comporta renunciar a otra. Supone hacer cambios. Hay personas que necesitan tenerlo todo muy controlado, muy estructurado y programado. Cualquier cambio se les hace una montaña. Renunciar a alguna cosa, comporta frustración: hay personas que tienen un nivel muy bajo de tolerancia a la frustración, lo quieren tener todo. Pero los cambios son necesarios si queremos evolucionar. Si no decidimos, nos estancamos.


 
Fase de energetización. Para enfrentarnos a un problema, necesitamos energía, necesitamos fuerzas. Aquí entran en juego las emociones. Hay un movimiento interno de emociones que nos presionan hacia aquello que queremos conseguir. Estas emociones se transforman en acciones. Pero tan mala es una falta de emociones (y por tanto, de energía) como un exceso. La energía que se necesita para enfrentarse a un problema, ha de ser continuada. Una persona muy poco emotiva tendrá dificultades para ponerse en marcha. Las personas muy emotivas, en cambio, tienen mucha energía al principio, pero la “queman” muy rápidamente. No solamente se trata de emoción, sino también de compromiso afectivo con la decisión.


Fase de acción: Es el momento en que se ponen en práctica las decisiones que se han tomado. La acción está encaminada a conseguir un objetivo. Esta acción necesita unos movimientos específicos, concretos. Se necesita voluntad, audacia y el nivel de energía suficiente. En muchos casos, se necesita el apoyo, ni que sea moral, de otra persona, y la convicción de que se quiere conseguir un objetivo concreto.

La semana que viene veremos las tres fases restantes.



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