De todas las aportaciones de la filosofía, la que ha
persistido en la Psicología
moderna es la de Santo Tomás de
Aquino, que esencialmente distingue cuatro modos de relacionarse el
humano con el mundo, correspondientes a las cuatro potencias del alma:
vegetativa, sensitiva, intelectiva y apetitiva. En esta distinción, Santo Tomás
concede una atención y trato especial al ser humano. Es característica,
esencial y exclusiva del ser humano la
potencia intelectiva de razonar y la de querer libremente y la irrupción
del alma en el cuerpo humano por obra de Dios. Por tanto, solamente el ser
humano, por el entendimiento y la voluntad libre puede llegar a Dios. Santo
Tomás estudia especialmente el alma
intelectiva, dedicando apenas atención al componente del mecanismo animal
del humano en favor del estudio de la facultad superior. Esta postura
tradicional, o esta atención fundamental a lo más específico del ser humano,
sigue teniendo su influencia activa en la Psicología moderna en muchos autores.
Siglo XVII:
Racionalismo
Del estudio puramente metafísico o filosófico de la Psicología , se va
llegando poco a poco al racionalismo y el empirismo. Descartes
considera a la realidad compuesta de dos especies fundamentales: la extensa y
la pensante, la primera regida por un puro mecanicismo y la segunda por la
libertad; pero no consigue conectarlas bien, derivando de él racionalismos materialistas (realidad mecánica) o
espiritualistas (realidad pensante). Christian Wolff fue el primero que, sistematizando el
racionalismo de Leibniz,
distinguió entre Psicología empírica y Psicología racional y
de esa síntesis wolffiana arranca Kant para elaborar su discutido pensamiento.
Siglo XVIII:
Empirismo
En el s. XVIII la Psicología que se estudia se aparta cada vez más
de la Metafísica,
y postula una base que intenta ser más científica: la de no aceptar nada que no
proceda de la experiencia sensible.
El hombre, así, es considerado esencialmente como cuerpo (como realidad
extensa); y entonces entre animal y hombre no habría más que una diferencia de
grado; los actos de los humano serían resultado únicamente de un juego de
fuerzas, estímulos sensibles y reacciones de los sentidos. Ésta es la postura
del empirismo.
Al empirismo ya no le interesa tanto la esencia del alma,
sino sus manifestaciones y éstas centradas en un conocimiento a través de la
experiencia (Bacon) y experiencia sensible (Hobbes). Locke hace la distinción entre experiencia
interna (reflexión) y experiencia externa (sensación).
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