CATALÀ

Los orígenes de la Psicología (2)

La Edad Media
De todas las aportaciones de la filosofía, la que ha persistido en la Psicología moderna es la de Santo Tomás de Aquino, que esencialmente distingue cuatro modos de relacionarse el humano con el mundo, correspondientes a las cuatro potencias del alma: vegetativa, sensitiva, intelectiva y apetitiva. En esta distinción, Santo Tomás concede una atención y trato especial al ser humano. Es característica, esencial y exclusiva del ser humano la potencia intelectiva de razonar y la de querer libremente y la irrupción del alma en el cuerpo humano por obra de Dios. Por tanto, solamente el ser humano, por el entendimiento y la voluntad libre puede llegar a Dios. Santo Tomás estudia especialmente el alma intelectiva, dedicando apenas atención al componente del mecanismo animal del humano en favor del estudio de la facultad superior. Esta postura tradicional, o esta atención fundamental a lo más específico del ser humano, sigue teniendo su influencia activa en la Psicología moderna en muchos autores.

Siglo XVII: Racionalismo
Del estudio puramente metafísico o filosófico de la Psicología, se va llegando poco a poco al racionalismo y el empirismo. Descartes considera a la realidad compuesta de dos especies fundamentales: la extensa y la pensante, la primera regida por un puro mecanicismo y la segunda por la libertad; pero no consigue conectarlas bien, derivando de él racionalismos materialistas (realidad mecánica) o espiritualistas (realidad pensante). Christian Wolff fue el primero que, sistematizando el racionalismo de Leibniz, distinguió entre Psicología empírica y Psicología racional y de esa síntesis wolffiana arranca Kant para elaborar su discutido pensamiento.

Siglo XVIII: Empirismo
En el s. XVIII la Psicología que se estudia se aparta cada vez más de la Metafísica, y postula una base que intenta ser más científica: la de no aceptar nada que no proceda de la experiencia sensible. El hombre, así, es considerado esencialmente como cuerpo (como realidad extensa); y entonces entre animal y hombre no habría más que una diferencia de grado; los actos de los humano serían resultado únicamente de un juego de fuerzas, estímulos sensibles y reacciones de los sentidos. Ésta es la postura del empirismo.
Al empirismo ya no le interesa tanto la esencia del alma, sino sus manifestaciones y éstas centradas en un conocimiento a través de la experiencia (Bacon) y experiencia sensible (Hobbes). Locke hace la distinción entre experiencia interna (reflexión) y experiencia externa (sensación).











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