Veíamos la semana pasada cómo el adolescente se
reafirma, hace un juicio del mundo, de los demás y de sí mismo, y alcanza
cierta independencia con responsabilidad para pasar a la siguiente etapa, la
que llamamos “el adulto joven”.
Esta nueva etapa irá de los 18 o 20, o incluso más
tarde, dependiendo de las circunstancias (hoy en día, con las dificultades para
encontrar trabajo y que muchos jóvenes viven con los padres hasta tarde, se ha
alargado mucho la etapa más “dependiente” de la adolescencia) hasta lo que
llamaremos “crisis de la experiencia del límite” (o crisis de los 30).
En esta nueva etapa, la persona ya conoce sus
capacidades, enfoca su vida profesional hacia aquello que le gusta, intentará
prepararse y buscar una salida profesional en este sentido. También empezará a
apoyarse en sí mismo, ya no tanto en los padres, tanto en un sentido económico
(pagarse algunas cosas sí puede) como en autonomía (hacerse la comida, arreglar
sus cosas, etc.). Si la persona se sigue “colgando” en que se lo hagan todo y le
paguen “los vicios”, es que aún está anclado en la adolescencia, no ha asumido
lo que llamamos “libertad con responsabilidad”. En esta etapa la persona tiene
el deseo de buscarse su propio espacio, compartir piso o buscarlo solo o en
pareja.
Se toman decisiones importantes, tanto a nivel
profesional y vocacional como de la forma de vivir las relaciones: si quiero
pareja o no, si quiero una relación abierta o enfocar mi vida a formar una
relación estable y un proyecto de vida en común con otra persona, si querré
tener hijos...
También se van desarrollando los valores éticos,
creándose sus propios valores, basados en vivencias y decisiones personales.
El grupo, “la panda”, que tan importante era en la
adolescencia, da paso a relaciones más abiertas, un cierto individualismo, y se
empiezan a elegir las amistades. Se pasa por una “crisis del concepto de
amistad”, que tanto se idealiza en la adolescencia. Muchas veces este
alejamiento de los amigos, se vive como una traición, como un abandono.
Esta etapa de la vida también se caracteriza por un
cierto idealismo, se cree que es posible “cambiar el mundo”, se lucha encarnizadamente
por los propios ideales y valores.
El paso por esta etapa es la verdadera conquista de
la independencia, de la individuación. Empieza en la adolescencia, y terminará
en la persona adulta, la persona que se sostiene a sí misma.
Hay personas que se quedan ancladas en la
adolescencia, no se aceptan a sí mismas, no asumen el cuidado de sí mismas ni
las responsabilidades.
La semana que viene, ¿hay una crisis de los 30?
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