CATALÀ

La vida adulta y la crisis de los 40 (2)

Veíamos la semana pasada cómo surge la crisis de los 40. Vamos a ver en qué consiste y cómo se puede resolver.

Hay tres pilares básicos donde se asienta nuestra vida de adultos: el trabajo y nuestra vocación, la vida en pareja y los hijos, y los valores y prioridades. Llegados a los 40 (o cerca de esta edad) es cuando nos damos cuenta que tal vez estemos muy lejos de aquello que queríamos hacer con nuestra vida, que lo que hacemos y lo que tenemos no tiene mucho o nada que ver con lo que queríamos o lo que habíamos proyectado o soñado.



El trabajo y la vocación
Es bien claro, que muchas veces no son lo mismo. Nuestra vocación era una, y el trabajo que elegimos o el que no “tuvimos más remedio que coger” puede ser bien diferente. Hoy en día, con las dificultades en el mundo laboral, es casi un lujo poder trabajar en aquello que nos gusta y que además nos podamos ganar la vida con ello. A menudo no es así, a menudo hemos tenido que renunciar a nuestra vocación por las dificultades que nos hemos encontrado, o por motivos económicos. Esta renuncia, a la larga, “pasa factura”. Es cuando, una mañana nos levantamos y nos damos cuenta de que no nos gusta nuestro trabajo, que nos sentimos frustrados de no poder desarrollar nuestra vocación, y además tenemos la sensación de que el tiempo pasa, nos hacemos mayores y cada vez estamos más lejos de nuestros proyectos y sueños.

La pareja y los hijos
De la vida en pareja hablaré más adelante en nuevos artículos, pero a nivel general, podemos decir que en la etapa joven hay una cierta idealización de las relaciones de pareja. La vida de la pareja atraviesa diferentes etapas, y es fácil que se caiga en la monotonía y el distanciamiento. Nuestra pareja tal vez es nuestro puntal, allá donde encontramos refugio, estimación, complicidad... pero cuando esto no es así, se añade la crisis de la pareja a la crisis existencial y vocacional.

Los hijos, si bien son un gran estímulo y motivo de alegría, también nos condicionan a muchos niveles. Por ellos, renunciamos a muchas cosas, tenemos menos tiempo para nosotros mismos y para la pareja, y también nos condiciona a nivel laboral y vocacional: priorizamos el sueldo a fin de mes.

Los valores y prioridades
A consecuencia de todo lo que hemos mencionado, nuestros valores y prioridades van variando, nos vamos adaptando a las circunstancias, y llega un día en que tal vez nos damos cuenta de que nuestra vida no tiene nada que ver con la que queríamos.

Es en este momento de crisis, cuando nos hemos de replantear nuestra vida.

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