CATALÀ

Tengo un hijo o hija adolescente (2)


La semana pasada veíamos los cambios físicos que comporta la adolescencia y los complejos que puede llevar asociados. Hoy hablaremos de los principales cambios psicológicos.

La adolescencia dura unos cuantos años, desde la pubertad (11-12 años aproximadamente) hasta el principio de la juventud (18-19 aproximadamente). Durante este largo periodo, el joven tendrá que afrontar diversos retos. Además de los cambios físicos, se encuentran con:

  • Inicio del pensamiento abstracto, la capacidad de imaginar un futuro.
  • La sensación de que nadie le entiende y que lo que le pasa, sólo le pasa a él.
  • Descubrir “quién soy”, en medio de muchos mensajes recibidos, tanto de parte de la familia, como de la escuela, los amigos, la sociedad...
  • Descubrimiento de la sexualidad, con uno mismo, con los demás y la identidad sexual.
  • Toma de decisiones éticas propias (qué está bien y qué no, independientemente de los referentes familiares, los amigos...).
  • Aprender nuevas formas de relación como persona joven, diferentes de las del niño.
  • Encontrar el equilibrio entre la autonomía y la dependencia. (Por ejemplo, viviendo con los padres y dependiendo económicamente de ellos, encontrar espacios de autonomía personal aparte de la familia).
  • Aprender a tener pareja.
  • Aprender a vivir sin la familia (emanciparse), aunque esto, hoy en día, se produce más tarde.

Cuando los padres pensamos en un adolescente, debemos pensar que todos estos cambios son progresivos, es un proceso largo, con idas y venidas. Debemos estar preparados para los cambios, pero tampoco nos llegarán de golpe. También debemos confiar en nuestro hijo o hija y en todo lo que le hemos transmitido. El adolescente cuenta con una serie de herramientas, no está “solo ante el peligro”. Las diversas herramientas del joven son, entre otras:

  • Las habilidades personales para afrontar los retos.
  • La personalidad y temperamento propios.
  • La inteligencia emocional (cómo manejar las emociones).
  • La capacidad de acompañamiento de la familia.
  • El apoyo del entorno: amigos, otros familiares, escuela...

El adolescente, por más que se muestre desafiante, independiente, que parezca que ya no necesita a nadie, en realidad necesita mucho el afecto de los padres, el “saber que están ahí”. También necesita reconocimiento y valoración de las cosas que hace. A menudo, la actitud “contestona” y a veces desagradable del joven, hace que nos apartemos, crea un mal ambiente en la relación padres-hijos, que es preciso rehacer. Es necesario reestablecer puentes de diálogo en momentos de tranquilidad.

La semana que viene, los miedos y las herramientas de los padres.

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