¿Eres de los que ves el
vaso medio lleno o medio vacío? ¿Con qué actitud te enfrentas a los
contratiempos de la vida? ¿Tienes confianza en el futuro?
La esperanza es un
concepto de actitud, actitud frente a la vida y las adversidades. Cuando nos
encontramos ante una situación difícil y las circunstancias se ponen en nuestra
contra, es fácil caer en la desesperanza. La situación actual, económica,
laboral, política, etc. hace que muchas personas sientan la desesperanza. Y la
desesperanza (o falta de esperanza) puede llevar a la desesperación. Últimamente
nos están golpeando las noticias de suicidios por parte de algunas personas que
iban a perder su casa y no veían ninguna salida. Son personas que han llegado
al límite de la desesperación, a la convicción de que no hay ninguna salida
más. Que no hay futuro para ellas.
La esperanza (o actitud
esperanzada) va acompañada de un estado de ánimo de alegría, un sentimiento
positivo. Se basa en el pensamiento de que todo se puede conseguir y que es
necesario luchar por aquello que uno quiere. Este pensamiento lleva a la
actitud de enfocar nuestra energía hacia aquello que se quiere conseguir. Y
también comporta un acto de fe, de creer en aquello por lo que luchamos.
Así pues, la esperanza
comporta un sentimiento (alegría), un pensamiento (lo conseguiré), una actitud
(pondré toda mi energía en conseguirlo) y un acto de fe (se puede conseguir).
Ante una situación de
enfermedad, propia o de algún familiar cercano, o una situación de paro,
dificultades económicas, desengaños amorosos, etc. es muy fácil perder la
esperanza. Si perdemos la fe en el futuro, caemos en sentimientos de tristeza y
miedo que frenarán nuestra energía. Dejaremos de luchar por aquello que
queremos. Y sin esta lucha, sin esta energía, se vuelve cada vez más difícil
salir, remontar. Es necesario evitar que todo esto nos arrastre. Conviene
mantener viva la ilusión y la fe en nosotros mismos y en el futuro. Pensemos
que la vida tiene altibajos, y que la situación actual que padecemos, sea la
que sea, no durará para siempre, o al menos, habrá otras salidas.
Si perdemos la esperanza, dejamos de luchar, y sin lucha, cuesta mucho
más conseguir una meta.
La semana que viene,
¿cuáles son los motivos que nos hacen perder la esperanza?
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