CATALÀ

Tengo un hijo o hija adolescente (4)

La rebelión forma parte de la adolescencia. El joven necesita distanciarse, desmarcarse de la familia para crecer. Y esta rebelión va siempre acompañada de angustia por parte del joven y también de angustia y enfado por parte de los padres, que a menudo no entienden qué está pasando.

Muchas veces, un familiar cercano (hermano mayor, tío, tía) o un amigo, un maestro, etc. pueden jugar un papel importante en estos momentos difíciles. Es importante que el joven pueda acudir a un adulto de confianza si tiene un problema grave, cuando hay un fuerte distanciamiento entre padres e hijos.


Hacer de padres es difícil, hay que tomar muchas decisiones, a veces con poco margen de tiempo, y siempre queda la duda de si lo estamos haciendo bien, si estamos siendo demasiado exigentes o demasiado “blandos”. Es necesario ser fiel a uno mismo, cada persona, cada familia tiene su propio estilo, sus principios. Pero en líneas generales ¿cuáles son los roles de los padres? Hay unos puntos a tener en cuenta:

  • Los jóvenes necesitan cierta libertad para “ensayar” su nueva vida, y es conveniente que los padres les den un espacio (adecuado a su edad) y confíen en ellos. Todos nos podemos equivocar, pero no por ello nos vamos a quedar en casa.
  • También hay que darles seguridad y afecto, que se sepan queridos y aceptados, pase lo que pase.
  • El manejo de la frustración es otro punto importante, saber apoyarles en momentos de “caída”, animarlos a levantarse y volver a empezar. Cuando tienen un problema, ellos también se sienten mal. Conviene que los padres no caigan en un victimismo del tipo “mira qué nos has hecho a nosotros”.
  • Ante un problema grave, conviene que los padres hagan un frente común, evitar las desavenencias que a menudo surgen (por ejemplo, es frecuente entrar en discusiones de quién tiene la culpa del comportamiento del hijo o la hija, acusarse mutuamente, etc., en lugar de buscar soluciones juntos)
  • No es fácil ser padres de un jovencito o jovencita que parece que haya  perdido todos los modales, la educación, se muestra desafiante, egoísta, etc. En momentos así, los padres pueden caer en una postura radical, de castigos y reproches, que aún distanciará más las posturas. Por más difícil que parezca, hay que tomarlo con calma y tratar de reestablecer los puentes de diálogo.
  • Un error frecuente es querer hacer de “amigo o colega” del hijo. Este no es el rol que les toca: los padres son los padres y los amigos son los amigos.
  • El hecho de que los hijos se hagan mayores también crea en algunos padres y madres la sensación de que “ya no son necesarios”, se sienten desubicados, y puede ser que de forma inconsciente, no dejen crecer al hijo, no le dejen marchar.
  • También se da a menudo el caso de que haya una situación familiar complicada (paro, problemas en la pareja, etc.) y que se haga recaer toda la culpa en la conducta del adolescente. Y esto no es justo ni ayuda a nadie.
  • Conviene establecer unos límites claros y hacerlos saber: funciones que tiene el joven en casa, hora de llegada, normas inamovibles de la casa, etc.
  • En las discusiones (y esto vale para todo el mundo) es importante destacar las cosas positivas y no sacar cada vez los mismos “trapos sucios”.
  • Hay que escucharles, y pensemos que ellos están formando sus propias opiniones, que quizá no compartimos, pero a todos nos gusta que nos escuchen y nos respeten.
  • En las discusiones (y esto también es válido para todo el mundo) es mucho mejor hablar de la conducta que de la persona: por ejemplo, “no me gusta esto que haces” es mucho mejor que “no me gusta cómo eres”.
  • A menudo los jóvenes se quejan de que se les trata como a delincuentes por el solo hecho de ser jóvenes, que la gente les habla o mira mal. Conviene que superemos los prejuicios en este sentido, si es que los tenemos.
  • Aprovechar el momento oportuno para hablar, es mejor que forzarlo.
  • Ante un problema, también hay que escuchar las soluciones que puede aportar el joven, no siempre tenemos la respuesta correcta.
  • Mejor negociar que discutir. Hay normas inamovibles, pero también hay cuestiones que se deben poder negociar.
  • Es importante valorar sus gustos, a sus amigos, etc. Si les criticamos sistemáticamente, estamos levantando un muro.
  • Evitemos dramatizar: es normal que prueben el tabaco y el alcohol, por ejemplo, pero no necesariamente se han de volver adictos.
  • No olvidemos nuestro rol de padres, hay problemas que tendremos que afrontar, no podemos hacer siempre “la vista gorda” o esperar que lo solucionen otros (escuela, amigos...).

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