(Dedicado
a K)
Quiero plantear dos
cuestiones antes de abordar el tema de la soledad:
Caso 1: Una persona va un
sábado por la tarde a un centro comercial, donde además hay un concierto para
adolescentes. Hay demasiada gente para poder caminar con tranquilidad. Esta
persona, rodeada de una multitud, ¿pensáis que se siente sola o acompañada?
Caso 2: Una persona que
ha decidido ir a vivir a una casita de pastor solitaria, en medio de una
montaña. Tiene un perro, dos cabras y unas cuantas gallinas. ¿Cómo se siente
esta persona? ¿Sola? ¿Pensáis que es feliz?
El miedo a la soledad es
también el miedo al vacío. Muchas
personas tienen la televisión o la música siempre encendida porque no soportan
el silencio. O están permanentemente conectadas al mundo por internet o por el
móvil. Esta sensación de vacío parece como un abismo, un agujero negro, a donde
no nos atrevemos a mirar.
En nuestra sociedad hay
una excesiva valoración de la compañía. Desde pequeños nos inculcan la idea
subliminal de que hacer algunas cosas sólo es sinónimo de tristeza, de abandono
o de no ser amado. Mucha gente es incapaz de ir al médico, o al cine o al
teatro sola, y mucho menos viajar sola. A menudo, cuando nos hablan de alguien
que vive solo, se añade el adjetivo “el pobre...”, como si fuera una especie de
desgracia o esta persona fuese digna de pena.
En otras culturas, en
especial las orientales, se valora la soledad como una herramienta para
conectar con el interior y con lo trascendental. La meditación es una técnica
que consiste en aislarse durante un rato de todo estímulo externo, incluso del
propio pensamiento, para dejar la mente libre y conectar con nosotros mismos.
Nos ayudará a centrarnos, a entendernos mejor y a encontrar soluciones a
nuestros problemas.
Muchos artistas y
escritores se retiran del mundo para crear sus obras. Podemos decir, pues, que
la soledad es beneficiosa para concentrarse, para centrarse en uno mismo. Es lo
que se conoce como el vacío fértil. Es
este vacío del cual surgen las mejores ideas y creaciones.
Cuando los problemas nos
sobrepasan, necesitamos volver al “punto cero” para empezar de nuevo. Alejarnos
demasiado de todo y de todos puede ser muy beneficioso para centrarnos en
nosotros mismos y re-ordenar nuestra vida y nuestras ideas. Par escuchar a
nuestras necesidades, que a menudo olvidamos.
Pero ¿necesitamos a los demás? ¿Con qué
frecuencia e intensidad?
Las personas necesitamos
a las otras personas. Somos “animales sociales”, acostumbrados a vivir en
comunidad e interactuar con los demás. Pero también necesitamos aislarnos de
vez en cuando. Es necesario desconectar del exterior para poder conectar con
nuestro interior. Tan negativo es tener dificultades para contactar con los
demás, como no ser capaz de desconectar nunca. El grado de contacto y
retirada está en función de nuestro tipo de personalidad y por eso debemos
encontrar nuestro equilibrio personal entre soledad y compañía. Pero no
olvidemos que ambas son necesarias.
Telf.:
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