(Dedicado
a K)
La semana pasada hablamos
del miedo a la soledad, que tiene que ver con el miedo al vacío. También vimos
cómo la sociedad nos condiciona con la idea de que “estar solo” o ir a algún
sitio solo es sinónimo de tristeza.
Soledad y pareja: a
menudo escucho la expresión “estar solo” como sinónimo de no tener pareja: “¿y tú estás solo (o sola)?” (¿Tú no
tienes pareja?). El hecho de tener pareja o no, tiene que ver con diversas
circunstancias. Puede ser debido a una ruptura, a no haber encontrado a la
persona adecuada, o simplemente a una elección personal, o a no querer tener
pareja, por los motivos que sea: porque se tiene una personalidad muy
independiente y no se quiere tener un compromiso, porque la persona no está
dispuesta a pagar cualquier precio para tener pareja, porque se espera a
encontrar a alguien con quien haya mucha afinidad, etc. Pero, sea como sea, el
hecho de tener pareja o no, no debería estar ligado a la soledad o a la
compañía. Se puede tener pareja y sentirse solo, y se puede no tenerla y
sentirse acompañado. Si queremos tener pareja sólo para no sentirnos solos,
podemos cometer un grave error.
¿Si estoy con alguien, no me sentiré solo? A
menudo, en terapia, he escuchado una historia similar, en personas que han roto
o están a punto de romper con la pareja: “nunca me había sentido tan solo (o
sola) como estando al lado de mi pareja y sintiendo el vacío o el abismo entre
los dos”. Cuando entre dos personas se rompe la comunicación, el vínculo
afectivo, el vacío es enorme, la sensación de soledad puede ser muy grande.
Esto se debe a que esperamos del otro lo que no encontramos.
¿Si vivo solo, me sentiré solo? Veíamos la semana
pasada, que la soledad no es un estado, no se trata del número de personas que
tenemos alrededor, sino de un sentimiento: nos sentimos solos o acompañados, en
función de nuestro sentimiento con nosotros mismos, y con las personas a
quienes queremos. Una persona puede vivir sola, en un lugar poco habitado, y
sentirse querida y conectada con aquellos que son importantes para él o ella.
Te echo mucho de menos. Una de las sensaciones
más fuertes que tenemos de soledad se da cuando echamos a alguien de menos. El
vacío que deja una persona cuando se va, sea de forma temporal o definitiva, nos
provoca una fuerte sensación de soledad. Con el tiempo, nos iremos
acostumbrando a la ausencia de esta persona e iremos llenando el vacío con
actividades diversas o con la compañía de otras personas.
Los demás me dejan de lado. Hay personas que siempre
se sienten solas. Y esto puede tener que ver, con la idea de que los demás han
de llenar nuestro vacío, nuestro tiempo, nuestros sentimientos de soledad y
tristeza. Hay personas que se pasan la vida “tirando en cara” a los otros que
no les llaman bastante, o que no les visitan con bastante frecuencia. El
problema no es de los que “no llaman” sino de la idea equivocada de que los
demás están en este mundo para llenar nuestros vacíos y cubrir nuestras
necesidades. Si tenemos a menudo la sensación de que “los demás no me
llaman”, o “todo el mundo me deja de lado”, nos tendremos que plantear si no
estamos esperando demasiado de los demás, si no nos estamos despreocupando de
nosotros mismos. Conviene que nos replanteemos qué necesitamos y qué estamos haciendo para conseguirlo. Por ejemplo, ¿nosotros llamamos? ¿Qué estamos
haciendo para estar con los demás? ¿Nos movemos? ¿O simplemente esperamos
sentados a que sean los demás los que vengan? ¿En qué ocupamos nuestro tiempo?
¿Tenemos demasiado tiempo desocupado y esperamos que los demás lo llenen?
Quizás esperamos demasiado de los otros, y hacemos poco por nosotros mismos.
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