La
semana pasada introdujimos el tema del proceso de duelo. Continuando con el
proceso, veamos la segunda etapa:
2.
Expresión de los sentimientos pendientes:
Ante
una pérdida es normal sentir tristeza. Y es conveniente expresarla. Muchas
personas se hacen “las fuertes” ante la familia o los amigos cuando han sufrido
una muerte cercana, para “no preocupar” a los demás. Hacen “como si no pasara
nada”. Es respetable el hecho de no manifestar la tristeza públicamente, pero hay
que buscar los espacios y los momentos para vivir la tristeza y expresarla. Se
puede continuar haciendo vida normal, sobre todo si convivimos con niños. Pero
es bueno que también ellos tengan el permiso para manifestar su tristeza y
hablar libremente de la persona que se ha ido. Y esto les resultará más fácil
si ven que los adultos se dan este permiso, para estar tristes y llorar si lo
necesitan.
De
la misma forma, cuando hay una separación o una ruptura de la relación con una
persona, un final de trabajo, de estudios, etc., es decir, cualquier situación
que implique una despedida, hay implícita una tristeza, que no debemos
avergonzarnos en manifestar. Pero también hay otros sentimientos asociados al
duelo, como puede ser la rabia, incluso la sensación de alivio. Y esto puede
confundir a la persona que lo siente, incluso provocar un sentimiento de culpa.
Recuerdo a una señora que se quedó viuda, y confesaba con mucho sentimiento de
culpa, que estaba muy enfadada con su marido por haberse marchado y haberla
dejado sola en una situación bastante complicada. Desde la lógica, no
entendemos cómo se puede sentir rabia, cuando la muerte es un hecho
involuntario e inevitable, pero los sentimientos no se han de intentar razonar,
simplemente, se sienten. Es normal sentir en algún momento rabia hacia la
persona que ha muerto. Más fácil nos resulta entender la rabia ante la pérdida
del trabajo, por ejemplo, o por una ruptura de pareja.
La
sensación de alivio puede estar asociada al sufrimiento que hemos padecido
viendo a la persona enferma, o por todos los sacrificios que tal vez hemos
tenido que hacer para cuidarla. Pueden aparecer otros sentimientos, como el
miedo a estar solo, o a enfrentarnos a la nueva situación de estar sin esta
persona.
3.
Ceremonia del adiós:
Es
importante despedirse. Muy importante. El funeral y el entierro son rituales
sociales destinados a decir adiós a la persona que se ha marchado. En todas las
culturas se hacen ceremonias de despedida para los difuntos. Podemos escribir
una carta, llevarle flores o cualquier otro acto que nos ayude a elaborar este
proceso. Algunas veces, el dolor es tan grande que no podemos despedirnos en
aquel momento. Respetémoslo, pero hagamos más adelante algún tipo de ceremonia,
de ritual, que nos ayude a poner un punto y final. Podemos hacer un álbum de
fotos, un collage, una libreta de recuerdos, un blog sobre la persona, guardar
algún objeto, o llevar flores al cementerio, por ejemplo.
Cuando
nos separamos de una persona, también conviene que hagamos una “ceremonia del
adiós”: una carta, un álbum, hacer “limpieza” de las cosas de la persona, nos
puede ayudar.
Por
muy extraño que parezca, también nos deberíamos despedir de los edificios: de
una casa de donde nos vamos, de las paredes, de los recuerdos, de una
escuela... tomarnos unos minutos para recorrer el espacio y decir adiós a
aquello que hemos vivido, a los recuerdos, dejar atrás los malos recuerdos y
llevarnos los buenos.
Es
importante hacer todo el proceso de duelo, de una manera o de otra, de acuerdo
con nuestra forma de actuar, para poder pasar página y seguir adelante.
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