CATALÀ

Las crisis de pareja (1)

Quiero iniciar un ciclo de artículos dedicados al mundo de la pareja, el amor, la sexualidad, la convivencia, etc. Hoy comenzaré por explicar las diferentes fases por las que pasa una relación entre dos personas.

Según algunos estudios sobre las relaciones de pareja, ésta pasa por diferentes etapas, que se pueden comparar de forma muy aproximada a las fases de desarrollo infantil respecto a la relación con la madre.


1ª etapa: Enamoramiento. Para enamorarse hay que romper los propios límites para “fusionarse” con el otro. Durante esta etapa se dejan  un poco de lado los propios gustos y preferencias, y lo más importante es el contacto con la otra persona. Intentamos dar la mejor imagen de nosotros mismos y ponemos empeño en buscar los puntos en común con la otra persona. Parece que seamos “almas gemelas”, nos gusta lo mismo, nos ponemos de acuerdo en todo... Es una etapa muy dulce, sin complicaciones, en que todo fluye. Nos aporta gran cantidad de endorfinas (hormona de la felicidad) y nos sentimos felices, rebosantes de energía y positivismo. Hay una sensación de estar “flotando en una nube”. También afecta positivamente a nuestra autoestima, al sentirnos valorados y admirados por la otra persona.
A todo el mundo le gustaría quedarse eternamente en esta etapa, pero si fuese así no podríamos funcionar como individuos, no tenemos disponibles nuestras capacidades al 100%. Nuestra energía está centrada en la relación y en el otro. Tampoco vemos al otro con objetividad, se realzan las semejanzas y se minimizan las diferencias y los defectos.
En la mente del bebé, se cree “parte de la madre”, aún no ha llegado a la conclusión de que él y la madre son dos personas diferentes. Obtiene todo aquello que necesita. Hay una dependencia absoluta de la madre.

2ª etapa: Fase simbiótica: Se caracteriza por una dependencia mutua. Los planes se hacen contando con el otro, pensando en el otro. Nos adaptamos a la vida y necesidades de la pareja. Si esta etapa dura demasiado, la relación no progresa y las dos personas no pueden hacer nada una sin la otra. Es necesario en algún momento empezar a diferenciarse. Puede haber una lucha de “ni contigo ni sin ti”. Puede ser que uno de los dos sea más dependiente que el otro y entonces sufren los dos, uno por sentirse “abandonado” y el otro por sentirse “atado”.
En el bebé, hay un lazo afectivo muy estrecho con a madre. Se establece una comunicación madre-hijo exclusiva.

3ª etapa: Diferenciación: Es cuando se empiezan a definir las diferencias individuales de cada uno. Para muchos supone una desilusión, es darse cuenta de que el otro no es realmente como yo le veía, sino que es alguien con personalidad propia, con defectos y manías, como cualquier otra persona. Puede haber una sensación de engaño, de “estás cambiando”. En realidad no cambiamos, simplemente nos mostramos como somos en realidad, nos damos cuenta de las diferencias. Es cuando comenzamos a ver quién es en realidad la otra persona, descubrimos que no es “perfecto”, que es “simplemente humano”. Es un buen momento para progresar en la relación, para acercarnos a la persona real, definiendo nuestros límites, nuestros gustos y preferencias. Es cuando ya no hace falta que veamos el fútbol cada domingo con el otro, (que había llegado a pensar que nos gustaba mucho), ni que salgamos cada día con él/ella y sus amigos.
Esta etapa tiene diferentes fases que continuaremos en el próximo artículo.

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