CATALÀ

Las crisis de pareja (3)

Continuamos viendo las diferentes etapas en la relación de pareja. Nos quedamos en la tercera etapa, la diferenciación de las dos personas y la negociación de los diferentes aspectos que rodean la pareja.

Habrá que trabajar también la fidelidad y la confianza, definir los términos que son válidos para los dos: en este aspecto, hay parejas más abiertas que otras. Conviene definir hasta dónde se puede llegar y cuáles son los límites que no se deben traspasar, y esto lo debe acordar cada pareja a su medida, buscando un punto en común. A menudo me encuentro con personas que viven este punto (fidelidad y confianza) con gran angustia, en función de sus experiencias pasadas. En este caso, conviene separar nuestros miedos de la persona que tenemos delante. Todo el mundo merece un voto de confianza y más si es nuestra pareja.

También se debe hacer un ejercicio muy importante, que es la aceptación. Hay que aceptar que la otra persona no es perfecta ni está en este mundo para llenar todas mis necesidades y expectativas. Aquí entran en juego las carencias de cada uno, las experiencias de nuestra infancia. A menudo se confunde el rol que ha de ejercer nuestra pareja, se espera que sea omnipresente en nuestra vida, que adivine todas nuestras necesidades y estados de ánimo y haga exactamente aquello que esperamos de él o ella, como si se tratase de la relación de una madre con su bebé.

Otra cosa que a menudo me encuentro, y no solo en las relaciones de pareja, sino también con las amistades, familia, etc., es que se le atribuyen al otro “dotes adivinatorias”, es decir, “él o ella ya sabe cómo estoy, ya ha de saber cómo me siento, ya ha de saber qué necesito”...
Si el otro no tiene una bola de cristal, es posible que no se dé cuenta de todo. La actitud racional y lógica es comunicar cómo estoy y pedir aquello que necesitamos del otro, siempre teniendo en cuenta los límites de la otra persona, es decir, respetando que el otro tiene derecho a darnos o no aquello que le pedimos. Hay personas que son más empáticas que otras (tienen la capacidad de ponerse en la piel de los otros e imaginar cómo se sienten). Hay personas que no lo son en absoluto, y no quiere decir que no nos quieran o no les importemos. Simplemente no tienen esa capacidad. Todo esto, como los otros temas, se resuelve hablando, pidiendo, aceptando, respetando, negociando...

Hay diversos temas que acostumbran a ser fuente de conflicto en las parejas y que habrá que ir trabajando: qué se hace con el tiempo libre, aficiones, fines de semana, vacaciones, etc. La cuestión económica, cómo se administra el dinero, quien lo hace, en qué se ha de gastar (cada cual tiene su propio estilo, hay quien es más ahorrador, cada persona gasta más dinero en una cosa o en otra según sus preferencias). La relación con las familias, las celebraciones familiares, los amigos propios y del otro, la sexualidad: diferencias de ritmo, necesidad,  preferencias...

Todo esto requiere diálogo, aceptación, tolerancia y tiempo. Enamorarse es muy fácil. Construir una relación de pareja sólida y duradera es una obra de ingeniería.

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