La semana pasada vimos las primeras etapas de la
relación de pareja: el enamoramiento, etapa en la cual sólo vemos las virtudes
de la otra persona y ésta se convierte en el centro de nuestro universo, y la
etapa simbiótica, que es una etapa de mucha dependencia mutua.
La tercera fase, la diferenciación, se inicia en el
momento en que descubrimos verdaderamente a la otra persona. Empezamos a darnos
cuenta de que el otro, es una persona con defectos y manías, es simplemente
humano. Y aquí es donde podríamos decir que empieza la verdadera relación de la
pareja.
Se empiezan a trabajar las diferencias, tú eres tú
y yo soy yo. Se empiezan a hacer cosas por separado, cada uno se define como
persona y será necesario trabajar muchos temas. Aquí es importante que haya
confianza y comunicación, que las dos personas puedan expresar cómo se sienten.
Es muy importante entender, que el otro no es mi “clon”, que tiene personalidad
propia, gustos diferentes a los míos, posiblemente también tiene alguna afición
que yo no comparto, tiene su trabajo, sus amigos, su familia... y esto se tiene
que respetar. Igualmente, nosotros tenemos nuestras aficiones, amistades,
familia, etc. Hay que buscar puntos de unión, un tiempo para cada uno y un
tiempo para la pareja. Y este es, quizás, uno de los puntos que ocasiona más
conflictos en la pareja: hay que ir encontrando un equilibrio, que sea válido
para los dos, “un tú, un yo y un nosotros”. La principal dificultad radica en
que acostumbra a suceder que una de las dos personas que tiene muchas
aficiones, amistades, ocupaciones, etc. y el otro tiene mucho tiempo libre.
Este segundo quizá espera que, al tener pareja, ésta llene sus espacios vacíos.
El otro espera que le dejen plenamente su espacio, y seguir haciendo su vida de
antes sin cambiar nada. Es necesario hacer un esfuerzo por ambas partes: buscar
otras maneras de llenar los propios vacíos sin esperar que sea la pareja quien
lo haga, y renunciar a una parte de las aficiones, etc. para encontrar espacios
compartidos con la pareja. Habrá que hacer un esfuerzo de madurez, tolerancia y
negociación por ambas partes.
Otra de las principales dificultades radica en la
creencia de que tenemos que ser “almas gemelas”. Hay personas que se aferran al
ideal romántico de sentirse eternamente enamorados, “como el primer día”. Esto
es irreal. Encontraremos momentos de conexión con la pareja, podemos propiciar
los momentos románticos, y está bien que lo hagamos, porque son la “gasolina”
que necesita la pareja para funcionar, pero pasado un tiempo de relación, es
preciso que las dos personas vuelvan a ser individuos diferenciados. En este
sentido, las canciones románticas, las películas, las series de televisión,
etc., nos ofrecen una visión distorsionada de la pareja, que conviene no
confundir con la pareja madura y real.
La semana que viene continuaremos viendo diferentes
aspectos que forman parte de la construcción de la pareja.
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