CATALÀ

Si tienes que cuidar, cuidate.


A lo largo de la vida nos encontramos situaciones en las cuales nos vemos obligados a cuidar de alguien. La más frecuente es tener que cuidar de nuestros padres cuando se hacen mayores. Pero también a los hijos, cuando son pequeños, o a una persona enferma.

Las personas con dependencia, sea por un trastorno físico o psicológico o ambos, necesitan cuidados y atenciones constantes o muy frecuentes. Y eso puede comportar ciertas dificultades en la persona cuidadora.

En primer lugar, lo más importante es tener en cuenta las propias necesidades. A menudo nos olvidamos de nosotros mismos priorizando las necesidades de la persona a la cual cuidamos. Esto, más tarde o más temprano, nos pasará factura. Es preciso encontrar un equilibrio entre las necesidades del otro y las propias y encontrar el tiempo y la manera de cubrirlas. No somos dioses, somos personas.

También es importante que podamos expresar nuestros sentimientos, de la forma adecuada. La tristeza, el cansancio, el desánimo, el miedo a perder a la persona que cuidamos o la sensación de saturación, la angustia, la rabia, la impotencia, o incluso la alegría o satisfacción de estar haciendo una tarea importante, son algunos de los sentimientos que podemos experimentar. Conviene que los podamos compartir con alguien. Todos necesitamos ser escuchados, y más cuando estamos atravesando una situación difícil. En el caso de enfermedades como el Alzheimer, la Esclerosis Múltiple, etc., existen asociaciones de enfermos que ofrecen ayuda y soporte psicológico a los familiares, grupos de apoyo, etc. Es una buena idea compartir nuestra experiencia con otras personas que están pasando por lo mismo que nosotros.

Un derecho fundamental es el de pedir ayuda. Hay personas que, debido a su tipo de personalidad, nunca piden ayuda a los demás. Y hemos de pensar que no somos infalibles, que no podremos siempre con todo. Hay personas más dispuestas que otras a echar una mano, pero aunque nos encontremos con alguna negativa, debemos seguir buscando hasta que encontremos a la persona que nos pueda ayudar, al menos de forma puntual. No hemos de hacer nunca más de lo que es humanamente posible.

Es importante saber delegar, contar con los profesionales a la hora de tomar decisiones, etc. Hay decisiones médicas, legales, etc., que no tienen por qué recaer exclusivamente sobre nosotros. Está bien dejarse asesorar y aconsejar por los profesionales.

Conviene no olvidar que, aparte de nuestra tarea como cuidadores, nuestra vida tiene muchos otros aspectos e intereses que también reclaman su espacio, incluyendo una cosa tan simple como el descanso, que tan a menudo se olvida.

Una cuestión que entraría dentro del debate ético es: hasta qué punto estamos obligados a cuidar a nuestros familiares con dependencia. No es fácil ni agradable dejarlos a cargo de una institución, residencia, asilo, etc. En todo caso, hemos de valorar hasta qué punto nos afecta el hecho de cuidar a la persona dependiente, a nuestra vida, nuestra salud y nuestro equilibrio mental, Hay situaciones muy desbordantes, situaciones en las cuales se nos pide tanto a todos los niveles que se convierte en algo que no es humanamente sostenible. También estamos en nuestro derecho indiscutible de delegar esta tarea a los profesionales sin sentirnos culpables. Sea como sea, no es una cuestión fácil. 

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