CATALÀ

Decidir o aceptar (2)

La semana pasada hablamos de los dos grandes escollos que encuentro en la práctica terapéutica: tomar decisiones y aceptar situaciones. También hablamos de las dificultades que encontramos a la hora de decidir, de los miedos, etc. No quiero cerrar este tema sin hacer un último apunte: el de las diferentes posibilidades. Tiene que ver con las salidas, con la búsqueda de soluciones.

A menudo nos empeñamos en ver sólo dos salidas a nuestro problema, blanco o negro, y ninguna de las dos nos satisface. Y nos quedamos parados en este punto: “Si elijo blanco, pierdo esto. Si elijo negro, me he de enfrentar a aquello. No quiero ninguna de las dos. No elijo.” Hay algunas situaciones en las que inevitablemente sólo hay dos salidas. Pero muchas veces hay más opciones que no contemplamos, que hemos descartado de entrada sin pensar más en ello, o que simplemente no hemos visto. Y es en estas posibilidades, en la gama de los grises, donde probablemente encontremos la solución que nos complace más. Es preciso abrir nuestra mente, escuchar, pensar. Y muchas veces encontraremos una solución diferente que nos gustará más.

El otro gran tema terapéutico es la aceptación. Hay muchas situaciones que no podemos cambiar. No dependen de nosotros. Las cosas son como son. Y no nos queda más remedio que aceptarlas. Tampoco podemos cambiar a los demás. Son como son.


Pensemos en la gran cantidad de energía que gastamos en luchar contra aquello que es imposible, contra los molinos de viento. Pensemos en todo lo que podríamos hacer con esta energía si la invirtiésemos en nosotros, en nuestros proyectos, en mejorar como personas. Pensemos en todo el tiempo que estamos perdiendo por una causa perdida.

Un trabajo con un jefe con quien es imposible hablar. Una relación de pareja que lleva tiempo y tiempo estancada, sin que fluya la comunicación. Una persona que no quiere saber nada de nosotros. Alguien que no se aviene a razones o que, simplemente nos ha dicho con claridad que no a algo... ¿cuánto tiempo y energía estamos dispuestos a invertir en tratar de cambiarlo?

Y aquí tendremos que hablar nuevamente de tipos de personalidad. En la vida hay situaciones que toca aceptar. Y no hay vuelta de hoja. Los lunes serán siempre lunes. Y nos costará levantarnos y volver a la rutina. Los platos se han de fregar, tarde o temprano, nos guste o no. Pongo ejemplos sencillos, pero que servirán para ilustrar lo que quiero explicar.

Está la persona que se adapta con facilidad, y lo hace de buen grado. Sabe que hay cosas y situaciones en la vida que se han de hacer o aceptar tanto si nos gustan como si no. Y cuanto antes las hagamos y mejor predisposición de ánimo tengamos, antes acabaremos. Levantémonos el lunes con una sonrisa, como si fuera viernes. Seguirá siendo lunes, pero estaremos más alegres y felices. Freguemos los platos con un poco de música, cantando y bailando. Se nos hará más corto y divertido. Esta sería la opción de la adaptación positiva.

Está el que protesta de todo por sistema. El que se opone a todo, siempre. Y decide que todos los lunes de su vida irá por el mundo con mala cara. Peor para él. No dejará de ser lunes una vez por semana y pasará una séptima parte de su vida con cara de amargado. Es la misma persona a la que se le acumularán los platos y los acabará fregando como si fuese una condena a muerte. Es el rebelde.

Está el que hace como si no viese el problema, va poniendo mil y una excusas para no enfrentarse. Llega tarde al trabajo todos los lunes y se deja siempre los platos sin fregar. No soluciona el problema, sólo lo pospone. Es el demorador.

Finalmente tenemos al súper-conformista, el que pasa por todos los tubos, sin plantearse otra solución. Se conforma con cara de vinagre a cualquier situación que se le presente. Es el que ha venido a este mundo a sufrir. Es el sumiso. Irá a trabajar con cara de vinagre todos los días de la semana. Nunca en la vida se comprará un lavaplatos, aunque tenga el espacio y el dinero para hacerlo. “¡Para qué!”.

No hay comentarios :

Publicar un comentario