Los juegos de
poder son estrategias que se utilizan para controlar el comportamiento de otra
persona: para obligarle a que haga algo que no desea, o para impedirle que haga
algo que desea hacer.
Hay juegos muy
claros, donde no se disimula la intención de controlar al otro, y otros más
sutiles. Sea como sea, el juego de poder tiene la clara intención de manipular
al otro y controlar su comportamiento.
Se utilizan
diferentes armas psicológicas, que analizaremos, pero también actitudes
corporales: desde la posición del cuerpo hasta la amenaza gestual, según el
grado de agresividad.
Los juegos de
poder explotan diferentes debilidades del otro: el miedo, la culpa, la
impotencia, la credulidad, etc.
Una de las más
utilizadas, sobre todo desde la publicidad y las técnicas de venta, es la
creación artificial de “necesidad”: hacernos creer que necesitamos algo. Hay
una clara diferencia entre lo que realmente necesitamos y lo que es superfluo o
prescindible. Aquí se utilizan “necesidades” sutiles, como el estatus, el
prestigio, lo que “se supone que debería tener”...
Con los niños
hay un juego cruel que se utiliza frecuentemente, que es el “no te quiero si no
haces...”. Se le hace creer que el amor es un bien escaso, algo que se puede
dosificar, incluso terminar. El pequeño lo cree y se convierte en manipulable.
También se utiliza, de forma más sutil este juego en la pareja, dejando de
hablar al otro o retirando todo gesto de cariño, si el otro no cede a nuestros
deseos.
El mal humor o
la cabezonería son variantes de estos juegos. O manipular con algo que “yo
tengo y tu no”: por ejemplo, yo tengo coche y tú no, y eso me da “derecho” a
decidir a qué hora se sale, se vuelve, incluso a dónde vamos o no vamos.
El “haz lo que
quieras” con la posterior indiferencia, es un juego que pretende fomentar la
culpa en el otro.
Hacer las cosas
a paso de tortuga, hacerse el torpe, llegar tarde etc. son otras formas de
juego de poder, desde la pasividad. Tratan de terminar con la paciencia del
otro, y desde luego, no son opciones razonadas de persona adulta. Pretenden que
el otro acabe por hacer aquello que nosotros no queremos hacer, o “demostrarle”
nuestra disconformidad.
Las huelgas,
son juegos de poder desde la pasividad, destinados a conseguir algo. (No entro
aquí a valorar cuestiones morales, sólo trato de hacer un análisis psicológico
de los tipos de juegos de poder).
En los próximos
artículos seguiremos viendo los diferentes juegos de poder y qué podemos hacer
para contrarrestarlos.
Telf.:
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