En anteriores
artículos hemos tratado algunos de los juegos de poder más frecuentes entre las
personas: Concretamente, los de “todo o nada”, que explotan la avidez, la
necesidad o valoración de algo, sea material o emocional, los juegos de
intimidación, que utilizan el miedo y la culpa, mediante la posición física o
la manipulación verbal. Hoy le toca el turno al grupo de las mentiras.
Las mentiras
explotan la credulidad de la otra persona, o bien el miedo a confrontar lo que
se intuye, por miedo a la respuesta, o por las consecuencias que puede acarrear
destapar la verdad. Hay diferentes tipos de mentiras:
La mentira
descarada. Suele ser tan burda, tan exagerada, que no podemos creer que sea
mentira.
Las personas
que se muestran súper-honestas cuando las estamos conociendo, esforzándose en
parecer nobles y transparentes, pueden esconder los mayores secretos, y
tratarse de una sobre-actuación.
Las omisiones,
los secretos y las medias verdades son otra forma de mentiras. Omitir parte de
la información intencionalmente, contar la verdad a medias, o contar sólo una
parte de una historia, son formas de manipulación desde la mentira.
Las mentiras
“piadosas” aquellas que se hacen con la intención de no lastimar a la otra
persona, no dejan de ser una forma de poder, aunque su intención sea buena.
Hay una típica
de estas estrategias que utiliza con frecuencia la publicidad y también los
vendedores, consistente en ofrecer una “gran cosa” a cambio de “muy poco”, pero
omitiendo la “letra pequeña”: “Te regalamos un móvil nuevo si te pasas a
nuestra compañía” (pero estás obligado a permanecer por dos años, y dentro de
uno te subiremos la cuota al doble...)
La utilización
de los datos estadísticos se presta frecuentemente a la manipulación: “El 80%
de la gente utiliza este producto” (u opina así, o votará a tal partido...). En
primer lugar, habría que ver cómo se ha realizado la mencionada estadística,
pues hacer un muestreo proporcionado de población, teniendo en cuenta todos los
factores sociales, culturales, etc. es realmente difícil. Además, no debería
influir lo que “compre la mayoría” si a nosotros no nos convence realmente ese
producto.
Contarle a
alguien algo “confidencial” o un rumor, suele ser la mejor manera de
extenderlo. Y utilizar a ese alguien para que lo extienda, es una manipulación.
Generalmente, se utiliza la calumnia o el rumor como un juego de poder, para
desacreditar a alguien o para conseguir alguna cosa.
Contrarrestar
los juegos basados en la mentira es difícil. Generalmente, la persona que
miente se indigna si tratamos de destapar la mentira, y utilizará la ironía,
desviar la atención, incluso la rabia, con tal de no reconocerlo. Se hace
difícil también la solución cooperativa. En cuanto a los rumores, conviene
averiguar la fuente de donde surgió.
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