CATALÀ

¿Psicólogos o psiquiatras?


En algún momento de la vida, en que una situación nos desborda, o simplemente sentimos que nuestra vida no tiene sentido o no somos felices, nos planteamos buscar la ayuda de un profesional. Pero, ¿cómo elegir? ¿A quién acudimos? ¿Qué nos harán?

Cuando tenemos la sensación de estar mal, de saturación, de desbordamiento, de infelicidad, etc. empezamos por las personas que tenemos más cerca: amigos y familiares nos escuchan y aconsejan. Realizan una tarea importante, de acogida, escucha y apoyo. Pero también hay una implicación emocional, que a veces es contraproducente, se angustian y se preocupan y no tienen la objetividad necesaria para ver nuestros problemas con distancia.

El siguiente paso que acostumbran a dar muchas personas es ir al médico: explicar los síntomas, que pueden ser desde dificultades para dormir, ansiedad, nerviosismo, hasta decaimiento, desánimo, llanto fácil, etc. El médico de familia o de cabecera acostumbra a recetar algún medicamento que nos paliará los síntomas temporalmente. Muchas veces nos derivan al psiquiatra, que se limita a supervisar la medicación. También hay psicólogos a nivel de sanidad pública, que nos atienden con poca frecuencia para poder hacer un proceso terapéutico. A nivel privado, podemos encontrar algún psiquiatra que, además de recetar pastillas, escucha y acoge a la persona. Pero este rol acostumbra a ser más de los psicólogos.

¿Qué hacemos los psicólogos?

De entrada, escuchar. La persona acostumbra a venir bastante desbordada y con necesidad de ser escuchada. Tomamos notas, para acordarnos de todo, que son confidenciales. Hacemos algunas preguntas para aclarar información.

Algunas personas vienen buscando una panacea, una receta mágica que les ayude a superar los problemas en un abrir y cerrar de ojos. Hay que tener claro, que las recetas mágicas no existen: si existieran, las sabríamos todos...

El hecho de poder explicar nuestros problemas a una persona neutral, que no pertenece a nuestro entorno y que nos dará una visión objetiva, de entrada es un alivio. Pero no es suficiente.

En general, la resolución de problemas sigue una serie de pautas, que acostumbran a ser las mismas, sea cual sea el problema: identificación del problema y las emociones que genera (rabia, miedo, angustia...), toma de conciencia, búsqueda de soluciones, toma de decisiones, búsqueda de energía suficiente para enfrentarse, enfrentamiento, resolución y relajación. Según nuestra personalidad, acostumbramos a quedarnos parados en la misma fase: o bien nos cuesta identificar o expresar los sentimientos, o bien no acabamos de tomar decisiones, o nos falta energía, o tenemos miedo de enfrentarnos... El psicólogo nos ayudará a encontrar herramientas para superar esta o estas fases que se nos atascan.

Otra función del psicólogo es la de hacer de espejo, donde nos podemos ver y reconocer quienes somos, qué necesitamos, etc. 

Cada psicólogo trabaja de acuerdo con una “escuela” determinada, y tendrá un estilo diferente de trabajo. Veremos en los próximos artículos algunas de las principales escuelas de la psicología.

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