CATALÀ

La personalidad humana (3): La personalidad enérgica


Este tipo de personalidad busca el refuerzo y la gratificación en sí mismo. Busca su propia seguridad. La debilidad, inferioridad y la dependencia son amenazadoras para ellos. Suelen estar interesados en el poder y el prestigio y piensan que éstos deben estar siempre a su favor. Se esfuerzan por “probarse” a sí mismos. Insisten en conseguir sus “derechos”, aún cuando signifique la usurpación de los derechos de los demás. Su peor temor es que los otros traten de explotarles o humillarles.

Cuando las circunstancias les son favorables, son personas valoradas por su éxito en el trabajo. Son trabajadores infatigables, aunque exigentes. Son ambiciosos y persistentes, se enfocan en un objetivo, necesitan controlar el ambiente y les cuesta confiar en las habilidades de los demás. En una sociedad competitiva tienen habilidades apreciadas como la dureza y la astucia. Triunfan en el mundo de los negocios, en política y en el ejército o la policía.

La personalidad enérgica es 3 veces más frecuente en hombres que en mujeres.

Los demás les ven como valientes y eficaces, pero cuando las circunstancias les son adversas pueden ser impulsivos, imprudentes e incluso temerarios. Consideran que sus derechos son muy importantes, pero pueden pecar de poca ética en cuanto a los derechos de los demás.

Con el resto de las personas son oposicionistas y desconfían. Fríos, y rectos. Muy competitivos. Pueden llegar a ser beligerantes, e incluso agresivos.

Este tipo de personalidad, bien canalizado, será un buen profesional que triunfará. Si las circunstancias de su vida no le son favorables se puede volver anti-social, resistente a la autoridad, e incluso tener problemas con la ley. Pueden llegar al fanatismo. Su tendencia a la desconfianza les lleva a menudo a actitudes clasistas y racistas.

Les cuesta reconocer sus sentimientos. Viven el sentimentalismo y la sensibilidad como una amenaza. Tienen muy poca tolerancia a la frustración, cuando algo no les sale como ellos quieren se enfadan con facilidad y pueden llegar incluso a agredir.

Se ven a sí mismos como competitivos y dominantes, enérgicos y obstinados, rasgos que tienen en alta consideración. Fuertes, realistas y duros. En los casos extremos se creen con el derecho a estar por encima de la ley.

Cuando están bajo circunstancias de presión o estrés, pueden desahogarse por medio de discusiones. En individuos poco educados, estas “broncas” pueden ser indiscriminadas y tienen poca capacidad para sentir culpa o remordimiento por las consecuencias de sus actos. Justifican su comportamiento “porque estaban nerviosos” o simplemente, culpan a los demás por su “ineptitud” y porque “no se puede confiar en nadie”.

La versión “cultivada” sería el ejecutivo-agresivo, y la no cultivada el skin-head.

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