CATALÀ

La personalidad humana (6): La personalidad cooperadora


Hoy le toca el turno a este tipo de personalidad, que estaría dentro de las personalidades dependientes, es decir, los que buscan sus refuerzos y apoyos en los demás. El sociable, que veíamos la semana pasada, hacía una búsqueda activa de estos refuerzos mediante la seducción y ser atractivo y simpático para los otros. El cooperador, lo hace desde una actitud pasiva.

Este tipo de personalidad tiene una marcada necesidad de aprobación, apoyo y afecto social. Son capaces de alterar significativamente su estilo de vida para establecer o mantener una relación con otra persona. Se sobre-adaptan a las circunstancias, renunciando a sus preferencias y gustos, incluso a sus principios.

Son tremendamente sensibles y vulnerables a la desaprobación. Las críticas pueden ser para ellos devastadoras. Tienden a desvalorizarse y su autoestima se suele basar en los comentarios y las acciones de los demás.

Su peor miedo es el abandono y la soledad. Para evitarlo, se adaptan a lo que haga falta.

De pequeños, han estado sobre-protegidos, por una familia que se lo hacía todo, les evitaba cualquier esfuerzo y limitaba su responsabilidad. Le trataban como a una estatua frágil.

Las parejas que encuentran son personas fuertes, autosuficientes y que cuidarán de ellos, asumiendo todas sus decisiones y responsabilidades: personas maternales o paternalistas. En cuanto al trabajo, evitaran los cargos de responsabilidad, y sobre todo, tener que mandar a las otras personas. Prefieren siempre que les manden.

La imagen que tienen de ellos mismos, pasa por la poca autoestima, sentimientos de inferioridad, poco carácter, incluso se sienten inútiles e incapaces. A menudo son fruto de intimidación incluso bulling por parte de los compañeros.

Se muestran humildes, cordiales, amables. Pasivos, nunca toman la iniciativa. También evitan cualquier cosa que suponga un esfuerzo, están siempre “cansados” y sin ganas de nada. A menudo tienen una falta de interés por el sexo. Esta actitud hace que se rodeen de personas “fuertes” que les resuelven los problemas, y toman las decisiones por ellos. Envían mensajes de “no puedo”, “qué se puede esperar de mi”, “ya lo he intentado y no me sale”, etc., que activan la parte cuidadora de los demás.

Cuando se ven privados del afecto y la protección, se aíslan y se vuelven tensos, aprensivos, desconcertados, incluso deprimidos.

Evitan las situaciones complicadas y los grupos numerosos. Ante una situación estresante o que suponga una exigencia, les dará ansiedad o desaparecerán.

Tienen poco sentido de la crítica, sólo captan la bondad de la gente. Les falta alegría, acostumbran a ser bastante apáticos, con tendencia al pesimismo, el desánimo y la tristeza. Se excusan a ellos mismos de no asumir las responsabilidades que les toca, y a menudo lo atribuyen a “su debilidad”, a enfermedad o a “la mala suerte”.

A la hora de organizar algo, son colaboradores, no discuten y todo les parece bien, siempre que haya alguien que les diga lo que deben hacer y no les exija ni les dé prisas.

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