CATALÀ

La personalidad humana (5): La personalidad sociable

Después de ver dos tipos de personalidad independientes (enérgica y segura) le toca el turno a los estilos de personalidad dependientes: los activos o sociables, y los pasivos o cooperadores. Hoy hablaremos de la personalidad sociable.

Los individuos sociables se muestran animados, expresivos, incluso encantadores. Se caracterizan por una marcada necesidad de aprobación, apoyo y afecto por parte de los demás. A diferencia de los independientes, que buscan el refuerzo en ellos mismos, las personalidades dependientes buscan el refuerzo en los otros. Son muy sensibles a la crítica y la desaprobación. Su autoestima está en función de los comentarios y acciones de los demás. Su mayor temor es el abandono y la soledad.


La persona sociable desarrolla habilidades para agradar a los demás. Cautivan  y seducen, se muestran encantadores, y si no les da resultado, utilizarán estrategias manipuladoras o teatrales para atraer la atención de los otros.

Generalmente, en su infancia, han tenido padres que les castigaban muy poco, pero tampoco les dedicaban atención a las conductas “normales”: hacer los deberes, recoger la habitación o sacar buenas notas. Sólo conseguían atención de los padres en términos de “apariencia”, es decir, cuando los padres podían “lucir” al hijo o hija como un trofeo: les reforzaban la belleza, la vestimenta, el peinado o que bailaban o cantaban muy bien, pero desatendían los sentimientos reales de la criatura. Esto les hizo desarrollar estrategias para atraer la atención de los padres (y de los demás) aprendiendo a ser el centro de atención, seduciendo, etc. Algunos padres también reforzaban las conductas indiscriminadamente, y el niño o niña no sabía cuándo recibiría aprobación, con lo cual hacía constantemente cosas para llamar la atención.

Este tipo de personas tienen un nivel de energía elevado y tienen una fuerte reactividad emocional, es decir, que tienen expresiones emocionales exageradas con mucha facilidad: lloran, ríen, etc. de una forma notoria, con tendencia al dramatismo.

Son aventureros, impulsivos y emocionales. Se cansan pronto de las cosas y de las personas y tienen tendencia a cambiar de pareja y amigos cuando no consiguen toda la atención que demandan.

En su versión positiva, son personas agradables, seductoras y encantadoras, pero si las cosas no les van bien, se desbordan, pudiendo parecer exhibicionistas, inseguras, inmaduras y desconsideradas.

Su atención es dispersa, se distraen con facilidad. Les cuesta mucho concentrarse y pierden en seguida el interés por las cosas.

Tienen poca consciencia de ellos mismos, se describen en función de su relación con los demás: por ejemplo “soy muy popular”, o “tengo muchos amigos”, “todos me quieren mucho”. Puede parecer que toda su vida es una fachada, y evitan profundizar en sus verdaderos sentimientos. Los sentimientos profundos son de miedo a la desaprobación y necesidad constante de agradar.

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